domingo, 4 de marzo de 2018

Viajes.

Nos ofrecen recoger multitud de maletas que, abandonadas en la consigna del aeropuerto, llevan más de tres años ahí depositadas y nadie reclama. Algunas de ellas muy pesadas. Otras, contrariamente, livianas, casi sin peso. algunas claramente cuidadas. Otras desvencijadas, no sé si del trato recibido o del tiempo en la consigna. Algunas parecen avisar de grandes hallazgos. Otras, sin embargo, no apunta que al ser abiertas contengan nada importante...

Pero según las vamos cargando en la furgoneta, se me aparecen multitud de historias que encargan dichas maletas. Qué sería del dueño que no volvió a por ella. Qué le ocurriría a aquella muchacha que no recobró su equipaje.
Las maletas no están muertas, inertes... Son la paradoja de un tránsito, de un viaje... de multitud de historias -al menos una por bulto- que van configurando la propia historia de nuestra sociedad. Una maleta, un viaje lleno de ilusiones, deseos, desesperanzas, anhelos... Todo un canto a la relación, a ponerse en marcha y no adocenarse ni aburguesarse...

A las pocas horas, la paradoja contraria. Un viaje truncado. Una lucha, de la migración, que sucumbe por una maldita enfermedad. Una mujer, camerunesa, que fallece en el hospital alejada tantos kilómetros de su familia... Separada de su pareja, a escasos metros, porque el supuesto plan de ayuda humanitaria español, y quienes les trabajan, no posibilitaron que los amores encontrados en el camino pudieran abrazarse en esa recta final.El funeral, expresión de rabia contenida, que celebramos en memoria de Rosmery. Esa es la Resurrección que la muerte injustamente propiciada no tenga la última palabra en nuestro conjunto caminar. Ese es nuestro grito!!
Viajes, maletas, abandonos, ilusiones... todo cabe en nuestra vida... y en un mismo día.

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